Se propone un análisis detallado de las causas de las falacias auditivas de don Quijote en relación con la percepción de los ruidos (no de las voces ni de los sonidos), partiendo del sustrato aristotélico-tomista que permea todo pensamiento científico de la época, en el que toma forma la obra cervantina, y a la luz de los estudios más recientes sobre filosofía de la percepción auditiva. La percepción de un ruido implica siempre un procesamiento cognitivo: lo que oímos se compone de un estímulo auditivo, junto con las informaciones que le conciernen (fuente, tiempo, circunstancia, locación), que son colegidas por nosotros mediante una inferencia. La aplicación de los dispositivos lógicos del caballero resulta a menudo defectuosa, y del preponderante uso falaz del método deductivo en la Primera parte, se pasa a la aplicación falaz del propio método inductivo (accidente inverso) en la Segunda. Ambas falacias dicen lo contrario de un procesamiento válido y de tal forma se convierten en dispositivos literarios esenciales al tinte irónico de la prosa cervantina [Ej.: I, 20 y II, 41].