Función de noche (1981), película dirigida por Josefina Molina, plantea un interesante juego especular con la novela Cinco horas con Mario (1966), de Miguel Delibes, y con su adaptación teatral, representada exitosamente durante varias temporadas por la actriz Lola Herrera. La película presenta a esta interpretándose a sí misma durante un descanso entre dos funciones, en su camerino, donde recibe a su exmarido en la vida real, Daniel Dicenta. Con él, Herrera pasa revista a las frustraciones de su matrimonio, en una conversación que alude e implica el monólogo de Carmen Sotillo ante Mario Díez de cuerpo presente. Además de ser un valioso documento de lo que en su momento se llamó cinéma vérité, la película invita a reflexionar sobre el cambio en la concepción del amor y el matrimonio, desde la experiencia de las generaciones educadas sentimentalmente en el franquismo a las nuevas, encarnadas en la película por los hijos de Herrera y Dicenta, que representan un cambio acaso idealizado.