El Renacimiento francés conoce un auténtico `vértigo' de voces femeninas que inician su andadura en el apasionante mundo de la escritura. La mujer escritora en el Renacimiento francés, no sólo es sujeto de su propio discurso sino que deviene a su vez objeto del mismo, fundamentalmente a través de una serie de obras, de corte didáctico o moralizador, que combinando hábilmente el arte de plaire y de instruire, se configuran en auténticos manuales de comportamiento amoroso, destinados siempre a las dames amoureuses