La fraseología ocupa un lugar marginal en las gramáticas de nuestra tradición, pero constituye hoy un ámbito situado a la vanguardia de la investigación lingüística. La incorporación de las locuciones a la teoría lingüística afecta a muchas disciplinas, pero muy especialmente a la gramática, que consolidó unos esquemas independientemente de la realidad de este componente. Aunque la investigación historiográfica ha demostrado la modernidad de algunos autores de la tradición previa, Julio Casares abrió una brecha en 1950 con su Introducción a la lexicografía moderna, al fundamentar el estudio científico de las locuciones, basándose, eso sí, en las consideraciones sobre el hecho fraseológico diseminadas en las obras de sus predecesores. Constituye un punto de referencia ineludible para los gramáticos posteriores que, de alguna forma, incorporaron parte de sus hallazgos o tomaron conciencia de la pertinencia de estos. Este hecho se comprueba, por ejemplo, en los trabajos de Salvador Fernández Ramírez, en el Esbozo académico y en la gramática de Alcina y Blecua.