La lengua es un código abierto, variable y adaptable, de acuerdo con la situación comunicativa. Ello implica un recorrido de acceso a los significados circunscrito por la estructura social, y en la cual se establece una distribución del poder, una ideología, y unas relaciones de solidaridad. Pero también implica una organización semiótica realizada en un marco retórico-gramatical de codificación, el registro, y donde se actualiza un significado potencial, un código gramatical, y un código socio-situacional de estructuración genérica. De modo que la situación comunicativa determina que código selecciona el usuario y en que condiciones, y la estructura social establece que código controla el usuario.