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El autor estudia el dualismo geográfico, social, político y religioso de la utopía hispánica, su naturaleza de género mixto, cuyo contenido refleja todas esas actividades del espíritu que en el quehacer español, entre 1453, fecha de publicación del Laberinto de Juan de Mena, hasta 1793, fecha de la Guaránica del Padre Peramás y del Eusebio de Montengón, constituyen el arco cronológico e histórico aludido en la metáfora de las dos orillas, la europea y la americana. Establecidos los parámetros cronológicos y geográficos del género, el autor identifica los textos seleccionados en este estudio: además del Laberinto de Mena, que se propone aquí como texto utópico, en el sentido que políticamente sintetiza la exigencia moral de renovación y anticipa la acción fritura de la reina Isabel, el autor incluye algunos de los textos clásicos de la utopía hispánica, motivada por el Descubrimiento: el Memorial de 1516 de Las Casas, la Información en derecho de 1535 de Quiroga, hasta la Guaránica de 1793. La inclusión, en este estudio, de textos literarios como el Laberinto, o el Qujote, que comparten cierta temática política y filosófica con textos más estrictamente utópicos, sea filosóficos como la Sinapia, o experimentales, como la Guaránica, enriquece el análisis con la inclusión del subgénero que el autor llama de la microutopía, identificable en textos literarios como el Quijote, o el Eusebio. Para aclarar la percepción histórica del género de la utopía hispánica, el autor identifica en Montesquieu el escritor que ha identificado en su Esprit des bis la originalidad de las misiones jesuíticas del Paraguay, reivindicando para ellas el mérito de haber creado un organismo político y social comparable a los más exitosos de la antigüedad. El autor también refrita la tendencia actual de la crítica, que niega la existencia misma de una utopía peninsular, al identificar y reivindicar para el utopismo hispánico, el topos del descubrimiento del otro, divulgado por autores ingleses y franceses.
