A lo largo de la historia del castellano, los usuarios del idioma han adoptado actitudes diversas (y muchas veces contradictorias) frente a la irrupción de vocablos extraños. Las propuestas de fijación de la Real Academia Española se vieron enseguida superadas por la introducción de términos que respondían a nuevas necesidades acerca de nuevas realidades científicas. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que, a los peligros exteriores, podían sumarse también los interiores, frente a los cuales han reaccionado los académicos, los escritores y los traductores. Los condicionantes de la lengua española son tantos y tan variados que resulta necesario sistematizarlos para conseguir una metodología objetiva y fiable que permita la acomodación de los neologismos a nuestra lengua, minimizando en lo posible el permanente conflicto que ello puede implicar.