En el bienio 1928-1929 Azorín publicó dos novelas formalmente subversivas, Félix Vargas (Etopeya) y Superrealismo (Prenovela), que han sido tratadas con un cierto desdén por la crítica, a pesar de los juicios entusiásticos que suscitaron entre los escritores jóvenes de la época. Con el transcurso de los años, el propio autor resolvió camuflar la dimensión experimental de estos textos bajo los títulos más convencionales de El caballero inactual y El libro de Levante, respectivamente. Este trabajo se propone una reconsideración de esas obras, en especial la segunda, a la luz de las transgresiones de la estructura narrativa (de ordinario de carácter metaficcional) propias de la narrativa vanguardista de los años veinte. Desde esta perspectiva ambas obras adquieren suma relevancia como nuevas modulaciones de los temas azorinianos en el marco de una indagación de las formas novelescas. Si en Félix Vargas las violaciones estructurales están moderadas mediante su limitación al universo imaginario del relato y no afectan, con la salvedad del prólogo, al espacio de la enunciación, en Superrealismo, por el contrario, hallamos múltiples atentados contra las convenciones realistas del género. En esta novela, Azorín tematiza los procesos de configuración de personaje y de construcción de la trama, con los temas y subtemas que van surtiendo al escritor y sedimentándose en el texto, pone en contacto las figuras del creador y su criatura a través de numerosas metalepsis y, en suma, postula un nuevo sentido de la organicidad novelística ya apuntado pero no desarrollado en Félix Vargas