La actitud fenomenológica, que se manifiesta tanto a nivel artístico como teórico, pone de relieve el juego inherente de orientación, percepción y posicionamiento que ocupa un lugar único en el género teatral: un arte "performativo" y vivo. Destaca el hecho de que el cuerpo que se observa en el teatro es, a la vez, objeto contemplado y sujeto perceptor. La puesta en escena intenta presentar el flujo de nuestra existencia --sus transformaciones relativas a las percepciones de cada momento-- y captar el proceso perpetuo a través del cual el ser (personaje, actor o espectador) se constituye y reconstituye dentro del espacio teatral. Se trata de una exploración que se revela de distintos modos en un sector importantante del teatro experimental contemporáneo: Richard Foreman, Harold Pinter, Peter Handke, Bernard-Marie Koltés, David Mamet, Robert Wilson. En España, una clara manifestación de esta corriente contemporánea del teatro de orientación fenomenológica se encuentra dentro de la trayectoria creativa del dramaturgo catalán Josep María Benet i Jornet. Esta mirada culmina y cristaliza, más concretamente, en la triada que componen tres obras que pertenecen a una etapa reciente de su trayectoria teatral: "Desig" (1989), "Fugaq" (1992) y "Testament" (1995). Son obras en que el espacio y el tiempo se constituyen como proyecciones, o extensiones, exteriores de paisajes interiores, inmanentes, fluctuantes e inquietantes