Se propone una lectura hermenéutica de Claves líricas y una descripción del entramado figurativo de El pasajero partiendo de sus motivos configuradores (el Peregrino y la Rosaleda) así como de las tres voces estructurantes de la enunciación. Una máscara satánica, otra de un Mago y, finalmente, la del Alma Creadora contribuyen a forjar tres figuras estéticas de autoconstitución del sujeto y que, respectivamente, articulan la triple forma de conocimiento transcendental que propugna la doctrina de los tres tránsitos contemplativos (con sus emblemas, las tres rosas estéticas) desarrollada en La lámpara maravillosa. Por otra parte, y dado que el cuestionamiento irónico del Decir poético en La pipa de kif espejea paródicamente el paradigma de representación esbozado en aquellos textos, globalmente, la lírica de Valle-Inclán construye un cosmos poético transcendental y lo refracta críticamente. En ello se observa la afirmación y negación simultánea de la utopía de un sujeto autónomo aferrado a las obsesiones ontológicas fundadoras de la Modernidad y su discurso poético