La vida nueva de Pedrito de Andía ha sido tradicionalmente entendida como una obra cándida y nostálgica cuya mayor virtud consistía en su sencillez y espontaneidad. Esta novela, por el contrario, propone un ingenioso y complejo experimento narrativo de reescritura y hermenéutica en el que toda inocencia intelectual es perdida. Por una parte, nos encontramos con la reelaboración de un diario, base y sustento del relato final, en la que un narrador adulto vuelve a leer y redacta de nuevo un texto de juventud tras la emergencia de la novela vanguardista en España. Este juego de espejos desencadena una reflexión metatextual sobre la evolución de un sujeto-enunciador que, a pesar de perfilar su estampa de juventud en unos términos tardo-románticos, ha asumido una actitud irónica y distanciada en su labor autobiográfico- narrativa.