Todo conflicto dramático resulta de naturaleza espacial. En consecuencia, el espacio se muestra como el ingrediente básico que provoca el drama. Para demostrar nuestra hipótesis, nos servimos de la novela La joven de la perla, de Tracy Chevalier, mediante un estudio de intertextualidad interdisciplinar que analiza la pintura de Vermeer, el relato literario y su posterior adaptación cinematográfica.