Desde su aparición como género literario, la novela de aventuras se ha ido publicando en compañía de ilustraciones más o menos bellas, pero siempre estáticas. Esta estaticidad, que da más realce a la comunicación textual que a la visual, se ve modificada por la irrupción del cine y del cómic, que, en cierto modo, arrastran tras si un potencial público lector amante del género de acción. La evolución y características de estas tres modalidades de la comunicación visual -ilustración, viñeta y cine- son estudiadas aquí, sin salirse del estricto marco de la narrativa de aventuras.