El contenido de la obra de Céspedes se sella con la conjunción extraordinaria de un lenguaje que expresa y transparenta el complejo proceso de reconocimiento de una identidad colapsada. Frente a la "maldición", al "designio fatal", la obra de Céspedes restituye el intercambio simbólico en la palabra porque decide conjurar los fantasmas que han poblado el nombre de Bolivia y distanciarse de ese placer perverso, recurrente en la historia boliviana, por restablecer continuamente un objeto debilitado.