Muchas de las críticas recibidas por Quevedo durante su vida tienen que ver con su actitud ante los géneros que aborda. Los teólogos le achacan no serlo; los filólogos, desconocimiento; los tratadistas políticos, su interés personal. Quevedo mantiene casi siempre una actitud beligerante tanto hacia las personas que lo critican como hacia los temas que trata. Y es habitual que utilice un tono admonitorio que traduce en género deliberativo lo perteneciente al género demostrativo. Es, en realidad, una actitud común a muchos autores que se convierte en característica esencial de la práctica autorial de Quevedo. Francisco de Quevedo escribirá siempre, con tales mistificaciones, para su propio interés.