La obras políticas de Quevedo fueron leídas con pasión por los lectores de su tiempo. Hoy, muchos críticos alaban su valor literario pero denuncian la trivialidad de sus propósitos. Tal contradicción se explica por un error de perspectiva que hace que se busque en los textos quevedianos un sentido "eterno" que no pueden tener porque son esencialmente productos de la historia y testimonios de su época.