La acción de concluir forma parte de todo acto comunicativo, y es una operación situada en el proceso de la argumentación, la cual está, explícita o implícitamente, presente en todo discurso. Esta operación se realiza en las estructuras lingüísticas de una interacción comunicativa, donde interviene el proceso lingüístico-cognitivo de la inferencia. En esta interacción, se combinan informaciones textuales e inferencias para llegar a la coherencia textual. La inferencia es un procedimiento lógico que establece una progresión textual, y que en el procesamiento comunicativo de la lengua natural viene desde la propia experiencia del usuario. Pero la inferencia como proceso para llegar a una conclusión, se sitúa en la perspectiva comunicativa que se establece entre los interlocutores, donde además de la acción de la lengua interviene la acción cognitiva y emocional de éstos. Acciones que, a través de la acción de la retórica logran la intencionalidad y efectividad comunicativa. Esta acción de la retórica, o retoricidad, ejecuta y adapta a la situación o interacción comunicativa la gramaticalidad o competencia lingüística y la racionalidad o competencia lógica. Ésta última, interviene, a través de un determinado proceso de razonamiento y conjuntamente con las demás competencias comunicativas, en la construcción y extracción del significado. Donde, discursivamente y en un mundo referencial y comunicativo, la competencia lógica construye unas relaciones lógico-semánticas en el texto y procesa unas estructuras lingüísticas concluyentes