Annerys Pérez
La tarea de determinar en qué medida la diferencia de los usos se traduce en una diferencia lingüística se tropieza con una doble dificultad: en primer lugar, no se sabe dónde buscar un principio de clasificación coherente de los usos y, en segundo lugar, lo que importa no es comprobar diferencias de elementos lingüísticos, sino diferencias en la organización misma de la lengua que dependen de la diversidad de tales usos. En este artículo se intenta sistematizar algunos puntos de vista en relación con las funciones del lenguaje con una finalidad netamente didáctica. Es decir, el alcance del trabajo, más que incorporar aspectos novedosos al tema, tiene como objetivo fundamental revisar la posición tradicional (K. Bühler, R Jakobson) y la perspectiva pragmática (Jonh L. Austin, J. Searle, M.A.K. Halliday) para establecer precisamente cuál se muestra más coherente.