Denise Scolari Vieira
La organización plástica de las palabras, fundada en la expresión libre de la imaginación, se encuentra con la objetividad del lenguaje, para Murilo Mendes el trabajo poético puede ser entendido por la confluencia entre el lenguaje, la afectividad y el ingenio constructivo, siendo capaz de reunir extremos. Cuando escribe Tempo Espanhol entre 1955 y 1958, la explotación de las sensaciones se une en mayor grado con los datos concretos de la historia cultural de España y revela ya, una nueva postura delante del lenguaje, actitud próxima de la experimentación de la vanguardia concretista, que transfigura el discurso convencional; el autor capta el dinamismo de la civilización española y lo transpone en versos creativos, organicamente críticos para hablar de la fisonomía de un pueblo exuberante y multifacetado. Por lo tanto, el mundo visto a partir de factores sensibles reafirma la disposición del arte moderno de acercarse a una base sensorial, revelando sensaciones integradas, modo de proceder que se une a una concepción temporal capaz de reconciliar el principio y el fin, pues formula un nuevo valor que pasa a sustentar la operación poética: el poema no detiene el tiempo, pero lo transfigura y trae otra dimensión, la ruptura, siendo así resalta la heterogeneidad, la pluralidad, la crítica al pasado inmediato, la aceptación del perpetuo cambio.