El teatro es, por excelencia, el arte de la imitación. Desde sus orígenes, los artistas de la escena han intentado conseguir convencer a sus espectadores que lo que hacían era verdad. Pese a que los primeros artefactos que manejaban (máscaras, coturnos, cantos, voces distorsionadas) no invitaban demasiado a relacionarlos con la verdad, lo cierto es que la perseguían a toda costa. Este breve panorama será un recorrido por algunas de las principales estaciones de la historia del teatro, hasta finales del siglo XIX, en las que la verdad aparece con sus más espléndidas y mentirosas galas.