La predisposición melancólica de Bécquer, subrayada por sus amigos, es lo que le lleva a rechazar la realidad del mundo prosaico y a aceptar ese clima de vaguedad en que transcurren sus escritos. La preferencia por expresiones que sugieren lo impre-ciso y lo impalpable ("aspiración melancólica y vaga", "indefinible esencia", "vaga e indefinible melancolía", "perfume misterioso", vaga armonía", "indecisa luz") nos hace ver que la melancolía no es sólo un sentimiento de carácter activo, pues el melancólico busca la transformación del mundo y del hombre, sino también un proceso de transformación que incluye en sí los contrarios. El mundo y la escritura se confunden en esa atmósfera de melancólica vaguedad, estado de sensibilidad poética, en donde a la incertidumbre se une la sorpresa. La melancolía surge en el ánimo del ser escindido y no se puede olvidar la división cuando el poeta se esfuerza por volver con nostalgia a ese estado de indistinción o inocencia natural, característico de la naturaleza contemplativa y poética.