En el planteamiento de la violencia de género suelen adoptarse algunas posturas erróneas para hacer referencia al violento y a la mujer agredida. Como recoge García (2005) se tiende a ver a los agresores como afectados por alguna patología. Y, sin embargo, la realidad es muy distinta, pues tan solo un 10% cumple criterios para algún trastorno psiquiátrico según las clasificaciones que manejamos en la actualidad. De forma indirecta subyace en las noticias la idea de una patología psiquiátrica en la base de la agresión. De hecho cada vez se insiste más en que el agresor se intentó suicidar o se suicidó tras cometer la agresión. Para la población general que lee la noticia la idea de suicidio va inexorablemente ligada a la enfermedad mental (la convicción de la gente viene a ser que quien se suicida no está bien de la cabeza) y no debemos olvidar que la primera fuente de información sobre la violencia de género, para dicha población, no está en las bibliotecas universitarias ni en las hemerotecas sino en los medios de comunicación.