Si aceptamos que lo que nos plantea el título afecta por entero a nuestra condición radical de animal político que habla o de animal que habla desde su menesterosidad política, me parece coherente con esta asunción de principio que abordemos las distintas dimensiones o ejes de mi reflexión desde una perspectiva doble y complementaria o, si se quiere exigencial: una es la que podemos llamar con Francisco Recanati y otros filósofos del lenguaje perspectiva de abajo-arriba, y otra es la perspectiva de arriba-abajo.
La primera perspectiva está controlada por el lenguaje que hablamos, mientras que la perspectiva complementaria, la de arriba-abajo viene controlada por nuestros quehaceres, nuestras técnicas, nuestra intencionalidad persuasiva, nuestros conocimientos pragmáticos, en suma.