Se expresa con frecuencia la convicción de que es imposible, a estas alturas, tras más de tres siglos de infructuosa búsqueda, desvelar el nombre que se oculta tras el del Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, el autor del Quijote apócrifo. No lo creo yo así. Es cuestión de encontrar el camino adecuado. Un primer paso es reunir a todos los candidatos; otro, recoger las características, particularidades y requisitos que debe reunir el autor anónimo. Cumplir estos objetivos es lo que se pretende con este artículo.