Emilia Pardo Bazán ejerció el periodismo de forma asidua, cultivando, entre otros muchos géneros, el de la revista de salones, circunstancia que ella niega en algunas de sus crónicas. El repaso a sus artículos publicados en La Nación y La Ilustración Artística no deja lugar a dudas sobre su dedicación, si bien nunca fue la escritora coruñesa un cronista de salones oficial, sino amateur, que recaló en este género esporádicamente, al igual que otros destacados escritores decimonónicos (Alarcón, Valera o Bécquer, entre otros). Su obra periodística ofrece buena parte del repertorio de asuntos que habitualmente integran la crónica social, género periodístico perfectamente articulado en el siglo XIX que cuenta con secciones fijas en los periódicos y revistas e incluso con publicaciones específicamente dedicadas al mismo, y en el que destacan cronistas como Montecristo, el marqués de Valdeiglesias y León Boyd. Este género, además, da fe de la existencia de una cultura de salón en la España de finales del siglo XIX y principios del XX, salón casi siempre ordenado en torno a una figura femenina, la salonnière, que la propia Dª Emilia también encarnó.