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El estudio del acento vasco acaparaba la atención de Luis Mitxelena en el bienio 1957-1958, mientras preparaba a marchas forzadas la tesis sobre fonética histórica vasca. Holmer, por su parte, aporta datos sobre el acento de Hondarribia y Cinco Villas de Navarra, que él conocía, al tiempo que profundiza en aspectos semánticos de algunos términos vascos. La información que proporciona la correspondencia es material imprescindible para la historia de las primeras actuaciones públicas en favor de la cultura y lengua vascas en la posguerra. Al valor testimonial de primera mano que encierran las cartas hay que añadir la aportación que suponen los datos a la escasa documentación coetánea existente
