Margot Versteeg
Durante el último tercio del siglo XIX, el teatro breve recibe un impulso extraordinario con el florecimiento de los llamados teatros por horas. Como repertorio de estos teatros de 'a real', el género chico (con sus sainetes, zarzuelillas, revistas y juguetes ...) tiene una repercusión enorme en la vida teatral madrileña y consigue que el teatro grande quede relegado a un segundo plano. El sistema de representación de cuatro funciones diarias generó una fuerte demanda de textos, y muchos jóvenes con aspiraciones de dramaturgo se dejaron seducir por las fáciles promesas de trabajo, dinero y fama que ofrecía el teatro por horas. No era nada inusitado que estos escritores enriquecieran la inspiración propia con el 'dulce saqueo' de obras ajenas, y numerosos autores del género chico pueden justamente calificarse como 'fusiladores'.