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Sidonie-Gabrielle Colette debuta en 1900 con su primer libro dedicado al personaje de Claudine, al que seguirán tres volúmenes posteriores del mismo ciclo, firmados por la autora y su marido, Willy. Sin duda, la obra debe atribuírsele a Colette, aunque la invasión del marido en la escritura queda probada incluso por el hecho de que, cuando en los años 50 Colette revise sus obras para la edición de Le Fleuron (15 volúmenes publicados entre 1948 y 1950), propondrá un texto diferente ; su intención es la de reencontrar la propia voz, cancelando las huellas de Willy, su injerencia. Y sobre todo es una afirmación de su propia personalidad, la que emerge de esta reescritura parcial, la expresión de una singularidad femenina que ha encontrado un equilibrio más consciente, afirmando incluso la complejidad multiforme de la propia configuración de gender, extraordinariamente libre, profundamente contemporánea.
