La modernidad estética atraviesa la imaginería desplegada en los poemas “Madrigal al billete del tranvía”, de Rafael Alberti (en Cal y canto, 1929), “Beato sillón”, de Jorge Guillén (en Cántico, 1928-1950) y “El rey de las ruinas”, de Carlos Edmundo De Ory (en La flauta prohibida, 1947). ¿En qué sentido cabría calificarlos de modernos? Son modernos porque problematizan la tensión entre tecnología y naturaleza, entre presente y pasado, entre lo contingente y lo universal, entre la tradición y la novedad, entre el entorno urbano y el mundo natural.