En la Italia del siglo XVIII, los jesuitas mexicanos se sirven pues del pensamiento ilustrado de modo parecido a como lo hicieron sus antepasados con el pensamiento humanístico en la época del Renacimiento y la Contrarreforma, es decir, se apropian de él en la medida en que es útil para su propia tarea. Esto se pone de manifiesto, por ejemplo, cuando se hace uso de la duda metódica cartesiana para atacar ciertos prejuicios antiguos. Uno de los prejuicios que más parece irritar a los mexicanos es la idea de que el más fuerte posee un derecho natural a dominar sobre los más débiles. Denunciando este prejuicio, pudieron los jesuitas arremeter contra la esclavitud y el poder colonial. Con ello, no sólo se opusieron a determinadas situaciones en México mismo, sino sobre todo, a las pretensiones injustificadas de dominio del poder colonial sobre México.
La individualidad de su país de procedencia la afirmaron los jesuitas subrayando el significado especial de México. Esto, además, se hizo aún más necesario porque toda América Latina se había convertido en objeto de la crítica europea y era juzgada duramente. en este caso, los jesuitas exiliados acudieron a la comparación entre la época precolonial y la Antigüedad europea para demostrar que ambas culturas merecían el mismo rango y valor. Semejantes son incluso las ventajas que presentan la lengua griega y la lengua indígena mexicana en las posibilidades que ofrecen para la formación de palabras compuestas. Los jesuitas también se vieron obligados a comparar su propio latín con el de los italianos y llegaron a una conclusión que tiene validez general y delata por completo la problemática que les ocupaba en Italia: a saber, frente a la arrogancia de los europeos ellos responden de un modo cosmopolita que la cultura no depende del clima y que el cuidado de la Antigüedad en Europa tampoco está asociada a los lugares de la tradición. Como si, además, quisieran ganar la estima hacia México de aquéllos que no comparten la posición cosmopolita, los jesuitas muestran su unión patriótica con México describiendo las bellezas del paisaje y la suavidad del clima, descripciones éstas en las que entran elementos de la poesía clásica y pueden bañar la imagen de México, vista con los ojos del exilio italiano, con un brillo de antigüedad semejante a la europea.