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Rosana Díaz Zambrana
En el siguiente ensayo, discutimos la novela de Giardinelli, El décimo infierno (1999), tomando en consideración la fusión del género negro con la novela de la carretera como módulos narrativos idóneos para leer e impugnar la violencia a la que se circunscriben en los protocolos cotidianos el individuo y la colectividad a finales de milenio. Analizamos cómo Giardinelli parte de la exacerbación de la violencia en cuanto legado histórico y estrategia paródica para denunciar las secuelas de los regímenes militares cuyos actos de represión capitalizaron en la violencia nacional como el principio para validar los discursos de poder y las políticas oficiales del Estado. Analizamos la violencia como parte del sustrato histórico que genera una serie de personajes y conductas que desafían las convenciones sociales y las normas burguesas al mismo tiempo que revelan un universo plagado de transgresiones y actos criminales como única forma de escape social. Como resultado, las fronteras entre víctimas y victimarios, el bien y el mal, amor y odio, lector y narrador se difuminan, dando paso a un sistema de valores ambiguo y problemático que sólo puede abordarse desde los excesos de la violencia.
This essay examines the use of the road narrative and the hard-boiled detective genre in the 1999 novel by Argentine post-boom writer Mempo Giardinelli, El décimo infierno. The conjunction of these two narrative models allegorizes the national and institutional violence embedded in the political, judicial, and social practices throughout the history of contemporary Argentina. Although the novel takes place after the military dictatorship, violence plays a role as a visible and metaphoric discourse, which represents the fundamental flaws of a democratic transition that remains in state of crisis. On the one hand, this paper discusses how El décimo infierno exploits the motif of the journey as a subversive and symbolic displacement to the margins of society not only geographically, but also legally and morally. On the other hand, Giardinelli uses the criminal universe created by the novela negra to approach the contradictions and ambiguities of the Latin American reality in the context of failed globalized and postmodern cultures. The detective genre also works as a fictional strategy to explore the national imaginary, the limits of violent human behaviour, and the emergence of a problematic value system that blurs the frontiers between reader and narrator, good and evil, love and hate, victims and culprits.
