Todo lo imaginario de una tradición mística con fuerte ascendencia culterana y raíces hondamente renacentistas se encuentra primero encarnado en los poetas ecuatorianos (como Evia y Bastidas) del siglo XVII, luego potentemente disuelto por obra de los posteriores Juan de Velasco y Juan Bautista Aguirre. El presente estudio muestra no solo los caracteres de un marcado distanciamiento cultural con respecto al más próximo barroco, sino las señales premonitorias de una época postiluminista, en la línea de un intimismo exasperado que contiene, aunque in nuce, tendencias ultramodernas.