Se intenta dilucidar aquí, una vez más, un pasaje del Quijote (II, 47) que hasta el momento se había resistido a todos los anotadores: aquel en que Sancho, siendo gobernador de la ínsula, expresa el temor de que su médico le provoque una «muerte adminícula y pésima, como es la de la hambre». El adjetivo adminícula, un hápax hasta el momento impenetrable, deja de serlo a la luz de otro pasaje (del Coloquio de las oposiciones, c1600) en que también aparece combinado con muerte, y sobre todo gracias a la comprobación de que la expresión ayudar a morir, con el valor de �provocar la muerte a alguien, generalmente por medio de un veneno�, gozó de notable difusión entre los siglos XVI y XVIII. Así, adminícula, dicho de muerte, ha de ser �no natural, sino provocada� (aunque no, en este caso, por la acción de un tósigo, como supuestamente temen los áulicos del gobernador de Barataria, sino por la de la mera privación de todo alimento).