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El día 19 de noviembre de 1663 fallecía en Madrid el caballero, de origen alavés, don Juan de Arcaya, quien en vida ocupó, en la Corte de Felipe IV, un importante cargo en la Secretaría de Guerra. Tras la muerte de don Juan de Arcaya, sus testamentarios mandaron hacer el inventario y tasación de sus bienes, documento bien interesante para conocer el marco material donde desarrollaban su existencia algunos funcionarios reales. Don Juan de Arcaya poseyó numerosos muebles, muchos de ellos en verdad suntuosos, ricos objetos de plata, la mayor parte de uso doméstico, que prueba la importancia de la orfebrería civil barroca, alfombras, relojes, espadas, y lo que es más destacable, una curiosísima biblioteca, de amplia temática, que nos informa cumplidamente de la cultura libresca de este personaje.
