En este artículo se analiza la sátira del despilfarro y la acogida de los rituales del buen tono (tertulias, cenas, bailes, kermesses, teatro, temporadas veraniegas y viajes a Europa) en Gran señor y rajadiablos de Eduardo Barrios. La representación del declive socio-económico que experimentan Serafín Lazúrtegui y misia Jesús Aldana se representa mediante el recorte gradual al que son sometidas las figuras de los ascendientes en los retratos que componían el árbol genealógico de la familia. Recurriendo a este artificio visual y a la narración humorística, Eduardo Barrios satiriza el despilfarro y la acogida de los rituales del buen tono como signos de prestigio social y aristocrático en el sector adinerado de la oligarquía chilena del siglo XIX.