La primera etapa del Teatro del Pueblo �fundado por Leónidas Barletta en 1930� se encuentra marcada por la presencia de Roberto Arlt, quien, sin dudas, fue el dramaturgo argentino más importante de esta agrupación en particular y del Teatro Independiente en general. Su función en la institución que lideraba Barletta fue la de coadyuvar a su canonicidad. Arlt estaba identificado con la utopía del teatro independiente en contra del teatro profesional-comercial y del teatro argentino finisecular representado en el costumbrismo y el sainete. A pesar de estas coincidencias, la producción dramatúrgica arltiana (1932-1942) logró niveles de vanguardia que no se correspondieron con las puestas en escena de sus obras estrenadas en el Teatro del Pueblo bajo la dirección de Barletta. El presente artículo intenta develar algunos puntos clave de este desencuentro estético.