La siguiente aportación versa sobre los límites del lenguaje y los juegos que la literatura nos ofrece para transgredir esos límites y llegar a lo que está más allá del nombrar mismo donde quizá habite lo importante, lo que llevamos en los bolsillos algunos para comprender mejor el misterio y el sentido que la vida es, vida que construimos, estructuramos y vivimos según el lenguaje que utilizamos.
Tendemos un puente entre filosofía del lenguaje y literatura apoyándonos en dos figuras imprescindibles: Wittgenstein y Cortázar. Se pretende decir para llegar a mostrar lo que no puede ser dicho, mostrar para comprender hasta dónde podemos decir. Para ello hemos utilizado la filosofía de Wittgenstein y su Tractatus Lógico Filosófico y la literatura (el Arte), Cortázar y su obra Rayuela.
El documento está estructurado del modo que mostramos a continuación y parte de la fusión de ambos, donde lo que dicen y muestran cada uno subraya y reafirma lo que muestra y dice el otro:
- Imaginando. En este apartado introductorio se expone la hipótesis de encuentro entre literatura y filosofía.
- Wittgenstein de uno y otro lado. Presentamos una aproximación a los aforismos del Tractatus y apuntamos claves para la comprensión de lo mostrado y lo nombrado, tanto en aspectos teóricos-filosóficos como ejemplos que la ficción literaria nos ofrece.
- Cortázar y el aforismo 5.6 �Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo�. Nos presenta la visión de la obra Rayuela mecida por las teorías de Wittgenstein, así como ejemplos de esa transgresión de los límites del lenguaje a la que alude el filósofo.
- El silencio que escuchamos. El aforismo 7 del Tractatus pintado con tiza en el suelo� filosofía y literatura han jugado a la Rayuela, han bailado una danza sin palabras abrazando así en misterio� y la unión hipotética con la que comenzamos nuestra aportación ha dejado una huella invisible y necesaria donde sucedería de hecho que �no hablar es más que no proferir sonido alguno��