Al empezar la obra Amar después de la muerte, Calderón pone en escena la representación de una ceremonia secreta morisca. El dramaturgo construye un espacio descriptivo perfectamente adherente a la realidad histórica, otorgando al espectador la posibilidad de vislumbrar el ámbito clandestino de los cristianos nuevos de moros. Este trabajo propone realizar una reflexión que empiece por ese primer instante literario y que mueva hacia una observación de la modalidad con la que la práctica de la disimulación, la taqiyya, se presenta en la obra. Según esta misma línea investigativa, la praxis criptoislámica -ese hábito tan distintivamente morisco y atestiguado históricamente incluso en el manuscrito aljamiado del Mancebo de Arévalo- quizás se muestre, por su íntima condición, de manera opuesta a la conducta visiblemente reveladora del autor que ambiciona desvelar al público la esencia secreta de una práctica exclusivamente reservada al conjunto morisco. En definitiva, el teatro calderoniano descubre fragmentos ocultados de historia y remite explícitamente el misterio de la minoría. El autor posiblemente aspire a que la subjetividad española se confronte con la alteridad clandestina morisca, utilizando precisamente la circunstancia literaria para consentir la revelación y la consecuente comunicación de la verdad histórica