Pocas veces en la investigación se produce un hecho tan sorprendente, y quizá tan increíble, de que el investigador centre su estudio sobre una proyección de sí mismo convertida en personaje. Es eso lo que me sucedió a mí cuando leí por primera vez la novela Viaggio a Salamanca1 del escritor italiano de Melfi Raffaele Nigro y después cuando me decidí a estudiarla en algunos de sus aspectos2 y a traducirla al español con Mercedes González3. La sorpresa se producía por el hecho de que en una novela el autor material de la misma es, a su vez, un personaje y parte de sus personajes son personas coetáneas del autor, que conviven con otros imaginarios o de otros tiempos. Lo mismo sucede con los espacios, donde la alternancia/coexistencia del espacio físico mensurable con el interior o metafísico colorea toda la obra.