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La película La historia oficial (1985) ha sido leída por muchos críticos como un ejercicio en tono de melodrama que reduce a escala personal y limitante las atrocidades del así llamado Proceso al que se sometió a la Argentina entre 1976 y 1983. En este artículo, re-ubico la película en el contexto histórico y cultural de la sociedad post-dictadura, apoyándome en teorías del trauma, de la memoria y de la culpabilidad para mostrar que es, por el contrario, una meditación aguda y a la vez ambigua sobre la responsabilidad colectiva y que anticipa tanto las controversias judiciales de los años 80 como las agitadas disputas más recientes alrededor de los niños secuestrados. Aquí sostengo que La historia oficial explota la inestabilidad referencial del tropo desaparecido; y sobre esa base, la moralidad aparentemente simple, en términos de blanco o negro, que la película pareciera promulgar, se transforma, bajo escrutinio, en algo nebuloso, gris.
