Este artículo lee La hora de todos de Quevedo como un comentario sobre la crisis de la retórica en el marco del régimen absolutista. El vínculo entre lengua e imperio articulado originalmente por Nebrija y retomado por no pocos ideólogos y retóricos a lo largo del reinado de los Habsburgo, es cuestionado en esta obra a través de una parodia extrema de diversos usos y registros lingüísticos. Constatando la caída del orador clásico que combinaba en su labor persuasiva los universales estéticos y la fuerza de la razón, Quevedo cuestiona la instrumentalización de las artes y las letras por el aparato propagandístico de la corona. Desde su perspectiva es el fin de la eficacia política de la palabra. Revelando el desplazamiento de la 'era de la elocuencia' por la 'era del espectáculo', La hora de todos ejemplifica el desmembramiento del universo simbólico sobre el que reposa el poder monárquico.