La máscara de jardinero fingido, determinación específica del tipo del noble disfrazado de villano, es frecuente sobre todo en el repertorio de la comedia lopesca de ambientación urbana; si en la acción principal el hortelano de amor corteja de incógnito a la dama, en la trama cómica el tipo dramático queda rebajado por su trato con labradores reales; alrededor de 1615 el Fénix, ya Belardo en el Romancero, llega a utilizar esta figura incluso como portavoz metateatral de sus instancias autopropagandísticas.