Toda definición lexicográfica típica está siempre constituida por una paráfrasis o enunciado parafrástico, que repite el contenido semántico del definiendum —al que, por tanto, puede sustituir en cualquier contexto—, acompañada a veces de un contorno definicional, encargado de indicar el contexto sintáctico de tipo argumental en que se usa dicho definiendum. Ocurre, sin embargo, que un elemento perteneciente claramente al contorno según unos contextos, puede pasar a formar parte de la paráfrasis según otros, situación en la que proponemos hablar de contorno fluctuante, que no hay que confundir con contorno opcional, pues en este caso se trata de un contorno que puede aparecer simplemente implícito en algunos contextos, sin pasar, por tanto, a formar parte del enunciado parafrástico. El contorno fluctuante es típico, por ejemplo, en las definiciones de adjetivos cuando admiten sustantivación, mientras que el contorno opcional es frecuente cuando corresponde a un complemento régimen de un adjetivo. También las definiciones de los verbos presentan con cierta frecuencia contornos fluctuantes, los cuales pueden referirse tanto al sujeto (así, en las definiciones de llover, nevar, según que estos se usen o no impersonalmente), como al objeto directo o complemento de régimen.