Jessica Lynam
Nadie me verá llorar (1999) de Cristina Rivera Garza, se sitúa durante el apogeo del positivismo porfiriano en México en los albores del siglo XX. Al comienzo del nuevo siglo mexicano se imaginaba el futuro del país como una prometedora página en blanco. Los personajes de Nadie me verá llorar desean reinventarse a la par de su país y dejar su marca sobre esa página. La protagonista Matilda Burgos llega a ser el palimpsesto sobre el que varios de los personajes masculinos de la novela intentan superponer sus proyectos y caracterizaciones, ya sea con el fin de diagnosticarla, el de definirla, o el de enamorarla. A su vez, Matilda se inscribe en el palimpsesto que es la Ciudad de México a finales del siglo XIX y principios del XX. Este artículo examina los diversos intentos de superponer una u otra identidad conveniente sobre Matilda y los deseos de dar una u otra forma al México moderno, arguyendo que el desenlace de la novela sugiere que los dos intentos están destinados al fracaso por querer desentender lo que ya estaba escrito sobre la supuesta página en blanco de la modernidad.