Los alcaldes mayores o tenientes de corregidor de Barcelona designados por Carlos III representan la apuesta final del régimen borbónico por convertir a estos letrados en transmisores de las reformas ilustradas. No es de extrañar que Carlos III, con la ayuda de la Secretaría del Despacho Universal de Gracia y Justicia, hiciera un esfuerzo supremo por nombrar, para las dos varas barcelonesas jueces experimentados de la carrera de varas con un sólido cursus honorum que pudieran controlar el ayuntamiento de regidores durante las ausencias del corregidor y supervisar la elección de diputados del común y síndicos personeros