El presente artículo tiene como objeto el análisis de una de las novelas de Emilio Carrere quizá más desconocidas por la crítica: El embajador de la Luna. En ella el autor, clasificado como costumbrista, y encorsetado a menudo en los temas de la bohemia o el erotismo, ensaya un género nuevo para él; el de la ciencia ficción, y escribe un relato no exento de ciertos tintes regeneracionistas.