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Este texto indaga en cómo la obra teatral de Virgilio Piñera desprende una crueldad intencionada y a la vez ética hacia el espectador. Para ello utiliza Piñera distintas técnicas con maestría, como un uso peculiar del lenguaje, un humor negro, una dramaturgia adaptada, el proceso de animalización, etc., a la vez que toma a dramaturgos y pensadores contemporáneos y pretéritos como base de lo que persigue y lo que descarta. El objetivo de Piñera será el de derrocar cualquier atisbo de moral social, pues sólo alcanzando un estado de moral cero se iniciará la creación o nacimiento de otra propia, aunque no nos dirá cuál. De ahí que su obra se catalogue aquí como ética, pero no moral. Al mismo tiempo, este texto intenta entender por qué Virgilio Piñera practica la ética en sus obras, o cómo los factores sociales y geográficos hacen del dramaturgo cubano una mente diferenciada.
