Dania Abreu-Torres
Definir la identidad dominicana es un proyecto complejo, y en su construcción, se confunden el orgullo nacional, los prejuicios raciales y la relación conflictiva con Haití. Desde la consolidación de la República Dominicana como nación-estado a raíz del régimen de Rafael L. Trujillo y la masacre de haitianos en 1937, la dominicanidad se estableció con violencia y miedo como antihaitiana, católica e hispana. La herencia africana se olvidó como un medio para diferenciarse del vecino Haití. No fue hasta el asesinato de Trujillo en 1961 y ya entrada la década de 1970, cuando finalmente esta realidad comenzó a cambiar. Escritores, intelectuales y educadores se dieron a la tarea de revisar los postulados de la identidad nacional e incluir a los olvidados, especialmente la cultura africana. La escritora Chiqui Vicioso, quien se ha dado a conocer internacionalmente por su obra poética y teatral, formó parte de este grupo y a través de su poesía desentraña el mito nacional del trujillato y lo renueva. En tres poemarios representativos de esta búsqueda, Viaje desde el agua, Un extraño ulular traía el viento y Eva/Sión/Es, Vicioso muestra un proceso de autoreconocimiento de sus raíces, tanto africanas como caribeñas, reconfigurando su identidad y proponiendo una nueva dominicanidad.