En estas páginas se revisa el recorrido histórico de nonada, cuantificador de existencialidad negativa y sustantivo que alcanzó difusión en el Siglo de Oro. Además de rastrear los entornos sintáctico- semánticos que hicieron posible la combinación del adverbio no(n) y los indefinidos ninguno y nada, se analizan diacrónicamente la progresión cuantitativa, el comportamiento gramatical, los valores y la distribución social y textual del nuevo elemento nonada. Según se puede apreciar en el CORDI, no(n) nada o no(n)nada (las dos representaciones se emplean indistintamente) se documenta con todos sus valores en el siglo XV. Nada y nonada se especializan, como sustantivos, en significados diversos, pero mantienen siempre un margen coincidente en empleo libre y como integrantes de unidades fraseológicas. Esa concurrencia es, posiblemente, la que provoca que nonada, sin un espacio exclusivo, inicie en la segunda mitad del siglo XVII un retroceso irreversible, que, en cualquier caso, apenas encuentra eco en los repertorios lexicográficos. Resulta testimonial, respecto de la limitación temporal de la vigencia de este elemento, su escasa presencia en el español americano.