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La pasión del enamorado de su tierra natal y la conciencia de la distancia del exiliado que no olvida sus costas desde la otra orilla del océano impulsan la poética de Alberti hacia el apóstrofe de la utopía (el no-lugar, el tiempo-otro) que trae a Cádiz desde los mitos románticos del misterio arcano. Su bahía fue retratada en su poemario Ora marítima con una erudición mítica inusual donde celebra, a modo de homenaje, su filiación trimilenaria.
